viernes, 6 de noviembre de 2009

Adelanto Lover Mine (Amor Mio)



Traducido por blog de Caty. A publicar el 27-04-2010

El punzante dolor de la aguja de tatuaje era un placer.

Mientras John cerraba sus ojos y respiraba lenta y profundamente, pensaba en la intersección de metal y piel, en como lo afilado entraba en lo suave, como la sangre fluía… como podía darse cuenta exactamente donde estaba ocurriendo la penetración.

Como en este preciso momento, el tatuador estaba directamente sobre la parte superior de su columna.

John tenía bastante experiencia con toda la mierda de cortar y despedazar- solo que en una escala mucho mayor, y más como el que la proporciona y no el que la recibe. Seguro, el había resultado herido en el campo un par de veces, pero el había dejado su más que justa cantidad de heridas en sus atacantes, y como el tatuador, el llevaba su equipo de trabajo con el: Su chaqueta llevaba todo tipo de dagas y cuchillos, incluso un pedazo de cadena. Además de un set combinado de pistolas sólo por-si-acaso.

Bueno… todo eso y un par de cilicios de púas.

No es que el fuera a usarlos alguna vez con sus enemigos.

No, esos no eran armas. Y a pesar de que no habían sido usados sobre el muslo de nadie durante un poco más de dos semanas ahora, no eran inútiles. Actualmente, funcionaban como algún tipo jodido de mantita de seguridad. El los mantenía debajo de su almohada cuando dormía, los metía en sus bolsillos cuando comía, los cargaba en su maleta cuando iba a ejercitarse en el gimnasio y también los empacaba junto a su equipo cuando salía a cazar.

Sin ellos, se sentía desnudo.

La cosa era, que esos lazos brutales eran la única cosa que lo unía a la persona que amaba. Lo cual, considerando el modo en que las cosas habían quedado entre ellos dos tenía sentido cósmico.

“OK, creo que terminamos”
John sintió una última pasada en su hombro y entonces la pistola de tatuaje quedó en silencio. Sentándose en la camilla sobre la que había estado acostado por las últimas dos horas, estiró sus manos sobre su cabeza y reposicionó su torso de nuevo.
“Dame un segundo y te limpio”
Mientras el macho humano iba a un lavabo de acero inoxidable, John reposó su peso en su espina de nuevo, y permitió que el hormigueo que se extendía por la parte superior de su espalda reverberara por todo su cuerpo.
En la calma que siguió, un extraño recuerdo vino a él, uno en el que no había pensado por años. Era de sus días viviendo en el Orfanato de Nuestra Señora, antes de que supiera lo que era realmente. Uno de los benefactores del lugar era un hombre rico que tenía una gran casa en la costa del lago Saranac. Cada verano, los niños eran invitados a ir por un día a jugar en su jardín del tamaño de una cancha de fútbol, a dar vueltas en su hermoso bote de madera y a comer sánduches y sandías.
John siempre se insolaba. Sin importar con cuanto bloqueador lo cubrieran, su piel siempre se quemaba hasta quedar crujiente-hasta que ellos finalmente lo relegaron a la sombra del porche. Forzado a esperar afuera en los corredores, el había visto a los otros niños y niñas hacer sus cosas, escuchando la risa sonando a través del césped verde brillante, mientras alguien le traía su comida y la consumía sólo, presenciando la diversión, en lugar de ser parte de ella.
Gracioso, su espalda se sentía ahora como su piel en aquel entonces: estirada y picosa, especialmente mientras el tatuador regresaba con una toalla húmeda y se la pasaba en círculos sobre la tinta fresca.
Hombre, John podía recordarse temiendo esa experiencia anual en el lago. El deseaba demasiado estar con los demás... aunque para ser honesto, eso había sido menos sobre lo que ellos estaban haciendo, y más porque el estaba desesperado por encajar.
Demonios, ellos podrían haber estado masticando fragmentos de vidrio y sangrando el frente de sus camisas y el aún hubiera sido todo anótenme-a-hacerlo.
Esas seis horas en ese porche con nada más que un libro de historietas o tal vez el nido caído de algunas aves para inspeccionar y reinspeccionar, habían parecido tan largas como meses. Demasiado tiempo para pensar y anhelar. El siempre había esperado ser adoptado y en momentos solitarios como esos, el deseo lo consumía: Incluso más que encajar con los otros niños pequeños, el quería una familia, una madre y un padre reales, no sólo guardianes a los que les pagaban para que lo criaran.
El quería pertenecerle a alguien. El quería que alguien le dijera tu eres Mio.
Por supuesto, ahora que sabía lo que era... ahora que vivía como un vampiro rodeado de vampiros, el comprendía esa “pertenencia” claramente. Seguro, los humanos tenían su propio concepto de unidad familiar, matrimonio y toda esa mierda, pero los vampiros eran más como manadas. Los lazos de sangre y el emparejamiento eran mucho más viscerales y comprometedores.
Mientras pensaba en su joven y más triste persona, su pecho dolía-aunque no era porque el deseara volver en el tiempo y decirle a ese pequeño niño que sus padres iban a llegar. Nop, le dolía porque lo que más había deseado casi lo destruye. Su adopción si había llegado, pero la “pertenencia” no había durado. Wellsie y Tohr habían entrado en su vida, le habían dicho lo que era y le habían mostrado un breve asomo de un hogar... y entonces desaparecieron.
Así que el podía decir categóricamente, que era mucho peor haber tenido y perdido a sus padres, que nunca haberlos tenido.
Si, seguro, Tohr estaba técnicamente de regreso en la mansión de la Hermandad, pero para John el siempre estaría lejos: incluso ahora, cuando estaba diciendo las cosas correctas, demasiados abandonos habían ocurrido para que un regreso pudiera llegar, ahora era demasiado tarde.
John había tenido suficiente de todo el asunto de Tohr.
“Aquí hay un espejo. Míralo mi amigo”
John asintió para darle las gracias y se dirigió hacia uno de cuerpo completo en la esquina. Mientras Blay regresaba de fumar y Qhuinn emergía de atrás de la cortina del cuarto de al lado, John se dio la vuelta y obtuvo una mejor vista de lo que habían estado haciendo en su espalda.
Era exactamente lo que quería. Y el trabajo que había hecho era genial.
El asintió mientras movía el espejo de mano a su alrededor, chequeándolo desde todos los ángulos.

Hombre, era casi una pena que nadie además de sus chicos pudiera ver esto. El tatuaje era espectacular.
El nombre de Xhex estaba en su piel. Hacía parte de el. Hasta que la muerte hiciera que su piel se desprendiera de sus huesos.

Sin importar lo que pasara después, ya fuera que la encontrara viva o muerta, ella siempre estaría con el.
La vista de esos cuatro caracteres del lenguaje antiguo lo tranquilizaba. Y eso era más de lo que podía decir de cualquier otra cosa que hubiera probado. Emborracharse, hacer ejercicio hasta quedar exhausto, peleas con los lessers hasta que ellos no eran los únicos sangrando... nada le dio ningún tipo de tranquilidad.
Esas dos semanas desde su secuestro habían sido las más largas de su vida. Y el había tenido algunos días bastante jodidos antes de esta mierda.
Dios, no saber donde estaba ella. No saber que le había pasado. Haberla perdido... se sentía como si lo hubieran herido de muerte aunque su piel estaba intacta, sus brazos y piernas sin romperse y su pecho sin ser penetrado por ninguna bala o espada.
Ella lo había deseado, cierto. Ella lo había despreciado, cierto. Pero ese era el asunto. Después de ponerse tóxico por su rechazo, se había dado cuenta de que a pesar de que ella no se sentía de la misma forma, el podía seguir sintiendo sus propias emociones.
El todavía podía dedicar su vida a ella. Y asesinar para encontrarla. Y traerla de vuelta a casa sin importar la condición en la que se encontrara - bien fuera para sanarla o para enterrarla.
Ella era suya. Y la falta de reciprocidad no cambiaba esa realidad. Incluso si el la traía de vuelta sólo para vivir una vida que no lo incluyera, estaba bien.

El simplemente la quería sana y salva.
Seguramente eso le aseguraba que realmente la amaba.
John miro al artista, puso su mano sobre su corazón y le hizo una profunda reverencia. Mientras se levantaba de su posición de gratitud, el hombre levantó su palma.
“De nada, hombre. Significa mucho que te guste. Déjame cubrirlo ahora con papel plástico”
Después de que chocaron sus manos, John gesticuló y Blay tradujo, “No es necesario. El cicatriza a la velocidad de la luz”.
“Pero va a tardar un poco en-” El tatuador se inclinó, y frunció el seño mientras inspeccionaba el lugar sobre el que había trabajado.
Antes de que el tipo comenzara a hacer preguntas, John retrocedió y tomó su camisa de Blay. El hecho era, que la tinta que habían traído había sido robada de las provisiones de V- lo que significaba que estaba compuesta por sal. Ese nombre y esas fabulosas espirales estaban en la piel de John permanentemente- y su piel ya había sanado.
Lo que era una de las ventajas de ser un vampiro casi pura sangre.
Mientras Blaylock le entregaba su chaqueta a John, la mujer que Qhuinn había follado salía de atrás de la cortina de al lado, era difícil no notar la expresión adolorida de Blay. Como alguien que también estaba metido hasta el cuello en todo el rollo del amor no correspondido, el primer impulso de John fue acercarse a su amigo, pero el se contuvo.
Algunas veces, todo lo que un hombre tenia de su parte era su dignidad.

“El tatuaje está increíble” dijo Qhuinn.

Mientras la mujer asentía y metía un papel en el bolsillo trasero de Qhuinn, John quería decirle que no tenía esperanzas. Una vez que el tipo estaba con alguien, eso era todo- casi como si sus compañeros de sexo fueran cuchillas desechables que usaba para afeitar los bordes de su agresión. Desafortunadamente esta imitadora de Kat Von D tenía estrellas en los ojos.

“Llámame” le susurró, con una confianza que se desvanecería a medida que los días pasaran.

Qhuinn sonrió un poco. “Cuídate”

Con el sonido de esa palabra, Blay se calmó, sus grandes hombros se relajaron.

En Qhuinn-landia “Cuídate” era sinónimo de “nunca voy a volver a verte, llamarte o follarte de nuevo”.

John sacó su billetera, llena a reventar con toneladas de billetes y ninguna identificación en absoluto, y saco cuatro billetes de cien. Que era el doble de lo que costaba el tatuaje. Mientras el tatuador comenzaba a sacudir su cabeza y a decir que era demasiado, John le hizo señas a Qhuinn.

Los dos levantaron su palma derecha hacia los humanos, y entonces alcanzaron sus mentes y cubrieron los recuerdos de las últimas dos horas. Ni el artista ni la recepcionista tendrían ningún recuerdo concreto de lo que habían hecho. Máximo, tendrían sueños extraños. Mínimo, tendrían un dolor de cabeza.

Mientras los dos se deslizaban en trance, John, Blay y Qhuinn salían por la puerta de la tienda hacia las sombras. Ellos esperaron hasta que el tatuador se enfocara de nuevo, fuera a la puerta y la cerrara con llave... y entonces volvieron a sus asuntos.

“¿La Máscara de hierro?” Preguntó Qhuinn. Su voz un poco más baja de lo usual, evidencia de la satisfacción post-coital.

Blay encendió un habano mientras John asentía y hacía señas, Ellos están esperándonos.

Uno después del otro, los tres desaparecieron en la noche. John fue el último en hacerlo y se detuvo por un momento, con sus instintos alertándolo.

Mirando a la derecha y a la izquierda, sus ojos con precisión-láser penetraban la oscuridad. La calle Trade tenía un montón de avisos de neón y habían autos pasando porque apenas eran las dos a.m., pero el no estaba interesado en las partes iluminados.

Los callejones oscuros eran lo que importaba.

Alguien estaba observándolos.

El metió su mano en su chaqueta de cuero y cerró su mano alrededor del mango de su daga. El no tenía problema en matar al enemigo, especialmente cuando sabía malditamente bien quien tenía a su hembra... y el esperaba que algo que oliera como un venado muerto durante una semana se le atravesara en el camino.

No tuvo suerte, su celular lo sacudió con su vibración. Sin duda Qhuinn y/o Blay se estaban preguntando donde mierda estaba.

El esperó un minuto más y decidió que la información de las Sombras era más importante que pelearse con cualquier asesino que estuviera escondiéndose entre las sombras. Xhex era el objetivo. Ella era la única cosa que importaba en su mundo. Traerla a casa segura era en lo que se tenía que concentrar.

Con la venganza fluyendo pesada por sus venas, John se desmaterializo en el aire, sin dejar nada de si mismo atrás.

 

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