viernes, 6 de noviembre de 2009

Adelanto Lover Mine (Amor Mio)



Traducido por blog de Caty. A publicar el 27-04-2010

El punzante dolor de la aguja de tatuaje era un placer.

Mientras John cerraba sus ojos y respiraba lenta y profundamente, pensaba en la intersección de metal y piel, en como lo afilado entraba en lo suave, como la sangre fluía… como podía darse cuenta exactamente donde estaba ocurriendo la penetración.

Como en este preciso momento, el tatuador estaba directamente sobre la parte superior de su columna.

John tenía bastante experiencia con toda la mierda de cortar y despedazar- solo que en una escala mucho mayor, y más como el que la proporciona y no el que la recibe. Seguro, el había resultado herido en el campo un par de veces, pero el había dejado su más que justa cantidad de heridas en sus atacantes, y como el tatuador, el llevaba su equipo de trabajo con el: Su chaqueta llevaba todo tipo de dagas y cuchillos, incluso un pedazo de cadena. Además de un set combinado de pistolas sólo por-si-acaso.

Bueno… todo eso y un par de cilicios de púas.

No es que el fuera a usarlos alguna vez con sus enemigos.

No, esos no eran armas. Y a pesar de que no habían sido usados sobre el muslo de nadie durante un poco más de dos semanas ahora, no eran inútiles. Actualmente, funcionaban como algún tipo jodido de mantita de seguridad. El los mantenía debajo de su almohada cuando dormía, los metía en sus bolsillos cuando comía, los cargaba en su maleta cuando iba a ejercitarse en el gimnasio y también los empacaba junto a su equipo cuando salía a cazar.

Sin ellos, se sentía desnudo.

La cosa era, que esos lazos brutales eran la única cosa que lo unía a la persona que amaba. Lo cual, considerando el modo en que las cosas habían quedado entre ellos dos tenía sentido cósmico.

“OK, creo que terminamos”
John sintió una última pasada en su hombro y entonces la pistola de tatuaje quedó en silencio. Sentándose en la camilla sobre la que había estado acostado por las últimas dos horas, estiró sus manos sobre su cabeza y reposicionó su torso de nuevo.
“Dame un segundo y te limpio”
Mientras el macho humano iba a un lavabo de acero inoxidable, John reposó su peso en su espina de nuevo, y permitió que el hormigueo que se extendía por la parte superior de su espalda reverberara por todo su cuerpo.
En la calma que siguió, un extraño recuerdo vino a él, uno en el que no había pensado por años. Era de sus días viviendo en el Orfanato de Nuestra Señora, antes de que supiera lo que era realmente. Uno de los benefactores del lugar era un hombre rico que tenía una gran casa en la costa del lago Saranac. Cada verano, los niños eran invitados a ir por un día a jugar en su jardín del tamaño de una cancha de fútbol, a dar vueltas en su hermoso bote de madera y a comer sánduches y sandías.
John siempre se insolaba. Sin importar con cuanto bloqueador lo cubrieran, su piel siempre se quemaba hasta quedar crujiente-hasta que ellos finalmente lo relegaron a la sombra del porche. Forzado a esperar afuera en los corredores, el había visto a los otros niños y niñas hacer sus cosas, escuchando la risa sonando a través del césped verde brillante, mientras alguien le traía su comida y la consumía sólo, presenciando la diversión, en lugar de ser parte de ella.
Gracioso, su espalda se sentía ahora como su piel en aquel entonces: estirada y picosa, especialmente mientras el tatuador regresaba con una toalla húmeda y se la pasaba en círculos sobre la tinta fresca.
Hombre, John podía recordarse temiendo esa experiencia anual en el lago. El deseaba demasiado estar con los demás... aunque para ser honesto, eso había sido menos sobre lo que ellos estaban haciendo, y más porque el estaba desesperado por encajar.
Demonios, ellos podrían haber estado masticando fragmentos de vidrio y sangrando el frente de sus camisas y el aún hubiera sido todo anótenme-a-hacerlo.
Esas seis horas en ese porche con nada más que un libro de historietas o tal vez el nido caído de algunas aves para inspeccionar y reinspeccionar, habían parecido tan largas como meses. Demasiado tiempo para pensar y anhelar. El siempre había esperado ser adoptado y en momentos solitarios como esos, el deseo lo consumía: Incluso más que encajar con los otros niños pequeños, el quería una familia, una madre y un padre reales, no sólo guardianes a los que les pagaban para que lo criaran.
El quería pertenecerle a alguien. El quería que alguien le dijera tu eres Mio.
Por supuesto, ahora que sabía lo que era... ahora que vivía como un vampiro rodeado de vampiros, el comprendía esa “pertenencia” claramente. Seguro, los humanos tenían su propio concepto de unidad familiar, matrimonio y toda esa mierda, pero los vampiros eran más como manadas. Los lazos de sangre y el emparejamiento eran mucho más viscerales y comprometedores.
Mientras pensaba en su joven y más triste persona, su pecho dolía-aunque no era porque el deseara volver en el tiempo y decirle a ese pequeño niño que sus padres iban a llegar. Nop, le dolía porque lo que más había deseado casi lo destruye. Su adopción si había llegado, pero la “pertenencia” no había durado. Wellsie y Tohr habían entrado en su vida, le habían dicho lo que era y le habían mostrado un breve asomo de un hogar... y entonces desaparecieron.
Así que el podía decir categóricamente, que era mucho peor haber tenido y perdido a sus padres, que nunca haberlos tenido.
Si, seguro, Tohr estaba técnicamente de regreso en la mansión de la Hermandad, pero para John el siempre estaría lejos: incluso ahora, cuando estaba diciendo las cosas correctas, demasiados abandonos habían ocurrido para que un regreso pudiera llegar, ahora era demasiado tarde.
John había tenido suficiente de todo el asunto de Tohr.
“Aquí hay un espejo. Míralo mi amigo”
John asintió para darle las gracias y se dirigió hacia uno de cuerpo completo en la esquina. Mientras Blay regresaba de fumar y Qhuinn emergía de atrás de la cortina del cuarto de al lado, John se dio la vuelta y obtuvo una mejor vista de lo que habían estado haciendo en su espalda.
Era exactamente lo que quería. Y el trabajo que había hecho era genial.
El asintió mientras movía el espejo de mano a su alrededor, chequeándolo desde todos los ángulos.

Hombre, era casi una pena que nadie además de sus chicos pudiera ver esto. El tatuaje era espectacular.
El nombre de Xhex estaba en su piel. Hacía parte de el. Hasta que la muerte hiciera que su piel se desprendiera de sus huesos.

Sin importar lo que pasara después, ya fuera que la encontrara viva o muerta, ella siempre estaría con el.
La vista de esos cuatro caracteres del lenguaje antiguo lo tranquilizaba. Y eso era más de lo que podía decir de cualquier otra cosa que hubiera probado. Emborracharse, hacer ejercicio hasta quedar exhausto, peleas con los lessers hasta que ellos no eran los únicos sangrando... nada le dio ningún tipo de tranquilidad.
Esas dos semanas desde su secuestro habían sido las más largas de su vida. Y el había tenido algunos días bastante jodidos antes de esta mierda.
Dios, no saber donde estaba ella. No saber que le había pasado. Haberla perdido... se sentía como si lo hubieran herido de muerte aunque su piel estaba intacta, sus brazos y piernas sin romperse y su pecho sin ser penetrado por ninguna bala o espada.
Ella lo había deseado, cierto. Ella lo había despreciado, cierto. Pero ese era el asunto. Después de ponerse tóxico por su rechazo, se había dado cuenta de que a pesar de que ella no se sentía de la misma forma, el podía seguir sintiendo sus propias emociones.
El todavía podía dedicar su vida a ella. Y asesinar para encontrarla. Y traerla de vuelta a casa sin importar la condición en la que se encontrara - bien fuera para sanarla o para enterrarla.
Ella era suya. Y la falta de reciprocidad no cambiaba esa realidad. Incluso si el la traía de vuelta sólo para vivir una vida que no lo incluyera, estaba bien.

El simplemente la quería sana y salva.
Seguramente eso le aseguraba que realmente la amaba.
John miro al artista, puso su mano sobre su corazón y le hizo una profunda reverencia. Mientras se levantaba de su posición de gratitud, el hombre levantó su palma.
“De nada, hombre. Significa mucho que te guste. Déjame cubrirlo ahora con papel plástico”
Después de que chocaron sus manos, John gesticuló y Blay tradujo, “No es necesario. El cicatriza a la velocidad de la luz”.
“Pero va a tardar un poco en-” El tatuador se inclinó, y frunció el seño mientras inspeccionaba el lugar sobre el que había trabajado.
Antes de que el tipo comenzara a hacer preguntas, John retrocedió y tomó su camisa de Blay. El hecho era, que la tinta que habían traído había sido robada de las provisiones de V- lo que significaba que estaba compuesta por sal. Ese nombre y esas fabulosas espirales estaban en la piel de John permanentemente- y su piel ya había sanado.
Lo que era una de las ventajas de ser un vampiro casi pura sangre.
Mientras Blaylock le entregaba su chaqueta a John, la mujer que Qhuinn había follado salía de atrás de la cortina de al lado, era difícil no notar la expresión adolorida de Blay. Como alguien que también estaba metido hasta el cuello en todo el rollo del amor no correspondido, el primer impulso de John fue acercarse a su amigo, pero el se contuvo.
Algunas veces, todo lo que un hombre tenia de su parte era su dignidad.

“El tatuaje está increíble” dijo Qhuinn.

Mientras la mujer asentía y metía un papel en el bolsillo trasero de Qhuinn, John quería decirle que no tenía esperanzas. Una vez que el tipo estaba con alguien, eso era todo- casi como si sus compañeros de sexo fueran cuchillas desechables que usaba para afeitar los bordes de su agresión. Desafortunadamente esta imitadora de Kat Von D tenía estrellas en los ojos.

“Llámame” le susurró, con una confianza que se desvanecería a medida que los días pasaran.

Qhuinn sonrió un poco. “Cuídate”

Con el sonido de esa palabra, Blay se calmó, sus grandes hombros se relajaron.

En Qhuinn-landia “Cuídate” era sinónimo de “nunca voy a volver a verte, llamarte o follarte de nuevo”.

John sacó su billetera, llena a reventar con toneladas de billetes y ninguna identificación en absoluto, y saco cuatro billetes de cien. Que era el doble de lo que costaba el tatuaje. Mientras el tatuador comenzaba a sacudir su cabeza y a decir que era demasiado, John le hizo señas a Qhuinn.

Los dos levantaron su palma derecha hacia los humanos, y entonces alcanzaron sus mentes y cubrieron los recuerdos de las últimas dos horas. Ni el artista ni la recepcionista tendrían ningún recuerdo concreto de lo que habían hecho. Máximo, tendrían sueños extraños. Mínimo, tendrían un dolor de cabeza.

Mientras los dos se deslizaban en trance, John, Blay y Qhuinn salían por la puerta de la tienda hacia las sombras. Ellos esperaron hasta que el tatuador se enfocara de nuevo, fuera a la puerta y la cerrara con llave... y entonces volvieron a sus asuntos.

“¿La Máscara de hierro?” Preguntó Qhuinn. Su voz un poco más baja de lo usual, evidencia de la satisfacción post-coital.

Blay encendió un habano mientras John asentía y hacía señas, Ellos están esperándonos.

Uno después del otro, los tres desaparecieron en la noche. John fue el último en hacerlo y se detuvo por un momento, con sus instintos alertándolo.

Mirando a la derecha y a la izquierda, sus ojos con precisión-láser penetraban la oscuridad. La calle Trade tenía un montón de avisos de neón y habían autos pasando porque apenas eran las dos a.m., pero el no estaba interesado en las partes iluminados.

Los callejones oscuros eran lo que importaba.

Alguien estaba observándolos.

El metió su mano en su chaqueta de cuero y cerró su mano alrededor del mango de su daga. El no tenía problema en matar al enemigo, especialmente cuando sabía malditamente bien quien tenía a su hembra... y el esperaba que algo que oliera como un venado muerto durante una semana se le atravesara en el camino.

No tuvo suerte, su celular lo sacudió con su vibración. Sin duda Qhuinn y/o Blay se estaban preguntando donde mierda estaba.

El esperó un minuto más y decidió que la información de las Sombras era más importante que pelearse con cualquier asesino que estuviera escondiéndose entre las sombras. Xhex era el objetivo. Ella era la única cosa que importaba en su mundo. Traerla a casa segura era en lo que se tenía que concentrar.

Con la venganza fluyendo pesada por sus venas, John se desmaterializo en el aire, sin dejar nada de si mismo atrás.

domingo, 2 de agosto de 2009

Amante Vengado!! Al FIN.....

Caldwell, Nueva York, ha sido por mucho tiempo el campo de batalla para la lucha entre los vampiros y sus enemigos, la Sociedad Lessening. También es donde Rehvenge se ha asentado como un señor de la droga y tiene un famoso club nocturno que satisface a los ricos y a los que van armados hasta los dientes. Su reputación llena de sombras es exactamente por lo que se acercan a él para matar Wrath, el Rey Ciego, y líder de la Hermandad. Rehvenge siempre se ha mantenido a distancia de la Hermandad, aunque su hermana esté casada con un miembro. Como él es un symphath, su identidad es un secreto mortal; la revelación de la cual causaría su destierro a una colonia para sociopaths. Y cuando los complots dentro y fuera de la Hermandad ocasionan perdidas para Rehvenge, él se vuelve hacia la única fuente de luz en un mundo que se hace cada vez más oscuro —Elhena, una vampiro que no ha sido tocada por la corrupción que le tiene sujeto— y la única cosa que permanece entre él y destrucción eterna.

Aqui les dejo el enlace... Estoy feliz de poder compartirlo...
Y muchas Gracias al Grupo de chicas de LLL que gracias ellas pordemos leer el libro... Besos a todas...
Me di cuenta q nadie ve la descarga asi q lo puse mas grande jajaja ^.^

lunes, 13 de julio de 2009

Aviso!!!


Hola a todos los visitantes... Les aviso que e quitado las descargas directas para no obtener problemas como ha pasado en otros blogs...
Pero si desean el libro solo dejenme su correo en msj privado y yo se los estare enviando...
Muchas gracias por sus visitas (^-^) y por seguirme... Cuando salga de vacaciones podre dedicarle tiempo al blog... Att: Anyu

Nota: Cualquier libro que deseen leer y no lo consigan solo dejenme un msj y asi podre ayudarl@s

miércoles, 29 de abril de 2009

Adelanto de Amante Vengado

De la autora Nº1 en ventas del New York Times,

De la serie LA HERMANDAD DE LA DAGA NEGRA

Llega un adelanto de su libro de tapa dura

Amante Vengado


REHVENGE, COMO MEDIO SYMPATH, acostumbra a vivir en las sombras y escondiendo su verdadera identidad. Como propietario de un club y traficante en el mercado negro, también está acostumbrado a tratar con los más rudos noctámbulos… incluyendo a los miembros de la Hermandad de la Daga Negra.
Ha mantenido las distancias con la Hermandad, ya que su oscuro secreto podría haber complicado las cosas para ambos lados… pero ahora, como cabeza de la aristocracia vampírica, es un aliado que Wrath, el Rey Ciego, necesita desesperadamente. Sin embargo el secreto de Rehv está a punto de revelarse, lo cual le pondría en manos de sus enemigos mortales… y pondría a prueba el temple de su hembra, convirtiéndola de civil en un vigilante … Para establecer una comparación en cuanto a situaciones malas se refiere, digamos que el ataque de paranoia de su padre no fue sido tan malo.Ehlena sólo llegaba media hora tarde a trabajar, desmaterializándose hacia la clínica tan pronto como fue capaz de calmarse a sí misma lo suficiente como para llevar a cabo la acción de viajar. Por algún milagro, la enfermera a domicilio había estado libre y había podido llegar temprano. Gracias a la Virgen Escriba.
Atravesando la infinidad de controles que había para entrar al edificio, Ehlena sintió el peso de su bolso en la mano. Había estado dispuesta a cancelar su cita y dejar la ropa de recambio en casa, pero la enfermera a domicilio la había convencido de lo contrario. La pregunta que la mujer le había hecho la había golpeado profundamente: «¿Cuándo fue la última vez que saliste de casa para algo más que ir a trabajar?»
Los profesionales de la salud tenían que cuidar de sí mismos… y parte de ello era tener una vida lejos de cualquier enfermedad que les hubiera puesto en ese papel. Dios sabía que Ehlena siempre les decía esto a los miembros de las familias de sus pacientes con enfermedades crónicas, y el consejo era tanto sensato como práctico.
Al menos lo era cuando se lo daba a los demás. Pero al aplicárselo a sí misma, se sentía egoísta.Así que estaba tratando de evadirse de su cita. Como su turno finalizaba cerca del amanecer, no era como si tuviera tiempo de ir a casa a comprobar como estaba su padre primero. Como estaban las cosas, ella y el hombre que le había pedido una cita tendrían suerte si tenían una hora antes de que la invasora luz del sol pusiera fin a las cosas.
No tenía ni idea de qué hacer. La conciencia tiraba de ella en una dirección, la soledad en otra.Después de pasar por el último control de seguridad, entró en el área de recepción y fue directo hacia la enfermera supervisora, que estaba delante del ordenador en el mostrador de recepción.
—Siento mucho llegar tarde…
Catya dejó lo que estaba haciendo y alargó la mano.
—¿Cómo está?
Durante una fracción de segundo, todo lo que Ehlena pudo hacer fue parpadear. A cierto nivel, odiaba que todos estuvieran enterados de los problemas de su padre y que incluso unos pocos le hubieran visto en su peor momento. Aunque la enfermedad le había quitado el orgullo, ella aún tenía algo en su nombre.
—Ahora está tranquilo, y su enfermera está con él. Afortunadamente acababa de darle su medicación cuando ocurrió.
—¿Necesitas un minuto?
—No. ¿En qué estamos?
Catya sonrió de una manera triste, como si se estuviera mordiendo la lengua. Otra vez.
—No tienes que ser tan fuerte.
—Sí. Tengo.
—Ehlena apretó la mano de la mujer con la esperanza de acabar la conversación—. ¿Dónde me necesitas?
En ese momento varias de las otras enfermeras se acercaron a expresar su simpatía. A Ehlena se le cerró la garganta, no porque estuviera abrumada por la gratitud ante su consideración, sino porque sentía claustrofobia. La compasión la asfixiaba como el collar de un perro, incluso en una buena noche. ¿Después de un comienzo como el que había tenido esta noche? Quería salir corriendo.
—Estoy bien, gracias a todas…
—Muy bien, él está de regreso en la habitación —dijo la última enfermera en llegar—. ¿Saco la moneda?
Todo el mundo gimió. Solo había un él en la legión de pacientes machos que trataban, y tirar una moneda era la forma en que el personal decidía quién tenía que tratar con él. Era el otro extremo de las citas rehuídas.
En líneas generales, todas las enfermeras mantenían una distancia profesional con sus pacientes. Tenías que hacerlo, o te quemabas. Sin embargo, había algunos con los cuales no podías evitar involucrarte emocionalmente. Con él, permanecías apartada por otras razones además de las profesionales. Había algo en el macho que las ponía nerviosas, una amenaza subyacente que era tan difícil de determinar como evidente.
Ehlena cortó los varios años de ser elegida por el lanzamiento de una moneda.
—Yo lo haré. De esa forma compensará mi llegada tarde.
—¿Estás segura? —preguntó alguien—. Me parece que por esta noche ya pagaste tus deudas.
—Solo déjame ir a buscar un poco de café. ¿Qué habitación?
—Lo he puesto en la tres —dijo la enfermera.
En mitad de un coro de «Esa es mi chica», Ehlena fue hacia el vestuario de las enfermeras, puso sus cosas en la taquilla, y se sirvió una taza de humeante y caliente anima-tu-culo. El café era lo bastante fuerte como para ser considerado un estimulante e hizo bien su trabajo, despejando su estado mental.
Bien, despejándolo en su mayor parte.
Mientras lo tomaba a sorbos, echo una mirada al área de personal. La hilera de taquillas de color beige tenían nombres sobre ellas, y había pares de zapatos de calle desperdigados aquí y allí bajo los bancos de pino. En el área del comedor, sus compañeras tenían sus tazas favoritas sobre la encimera y tentempiés en las estanterías, y descansando sobre la mesa redonda había un cuenco lleno de… ¿qué era esta noche? Pequeños paquetes de Skittles . Por encima de la mesa había un tablón de anuncios cubierto con folletos de acontecimientos y cupones, estúpidas tiras cómicas y fotos de tíos buenos. La lista con el horario de los turnos estaba al lado, la pizarra blanca estaba cubierta con una tabla que representaba las próximas dos semanas, la cual estaba llena con nombres.
Era el detrito de la vida normal y ninguno de ellos parecía significativo en lo más mínimo hasta que pensabas en toda aquella gente en el planeta que no podía tener un trabajo ni disfrutar de una existencia independiente ni tener energía mental suficiente para permitirse pequeñas distracciones. Mirándolo todo, recordó, una vez más, que salir al mundo real era un privilegio, no un derecho, y le molestaba pensar que su padre se veía obligado a estar metido dentro de aquella casita de mierda, luchando con demonios que existían solo en su mente. Él había tenido una vida una vez, una gran vida. Ahora tenía alucinaciones que le torturaban, y aunque eran solo percepciones, y nunca hechos reales, las voces eran de igual forma completamente aterradoras.
Mientas Ehlena enjuagaba su taza, no pudo evitar pensar en la injusticia de todo ello.
Antes de dejar el vestuario, se inspeccionó rápidamente en el espejo de cuerpo entero que había junto a la puerta. Su uniforme blanco estaba perfectamente planchado y limpio como una gasa estéril. Sus zapatos de suela de goma estaban libres de manchas y de rayones.Su cabello se veía tan crispado como ella se sentía.Rápidamente se soltó el cabello, se lo retorció, y volvió a atarlo con una goma, luego se dirigió hacia el consultorio número tres.
El historial del paciente estaba en la funda de plástico transparente que había colgada en la pared junto a la puerta y respiró hondo mientras lo sacaba de su lugar. La cosa era curiosamente delgada, considerando cuán seguido veían al macho. Su última visita había sido… hacía sólo dos semanas.
Después de llamar, entró en la habitación con una confianza que no sentía, la cabeza alta, la espalda derecha, su inquietud camuflada por una combinación de postura y propósito.
—¿Cómo estás esta noche? —dijo mientras se obligaba a mirar al paciente a los ojos.
En el instante en que la mirada amatista encontró la suya, olvidó lo que había salido de su boca. Rehvenge hijo de Dragor absorbió los pensamientos directamente de su cabeza hasta que nada importó salvo aquellos brillantes ojos suyos color violeta.
Era una cobra, este macho, atractivo porque era mortal y era bello. Con el cabello oscuro cortado al estilo mohawk, su duro y elegante rostro, y el cuerpo enorme, era sexo, poder e imprevisibilidad todo envuelto en… bueno, un traje de raya diplomática negro que claramente había sido hecho a medida.
—Estoy perfectamente, gracias —dijo, su voz era mucho más profunda que la de la mayoría de los machos. Más profunda que la mayoría de los océanos, al menos eso parecía— ¿Y tu?
Sonrió un poco, porque era plenamente consciente de que a ninguna de las enfermeras le gustaba estar encerrada con él en el mismo lugar, y evidentemente disfrutaba del hecho de ponerlas incómodas.Al menos eso fue lo que ella leyó en su expresión.Puso su historial en el escritorio y sacó el estetoscopio del bolsillo.
—Estoy muy bien.
—¿Estás segura de eso?
—Sí. —Se giró hacia él—. Voy a tomarte la presión sanguínea y el pulso.
—La temperatura también.
—Sí.
—¿Quieres que abra la boca ahora?
La piel de Ehlena enrojeció, y se dijo a sí misma que no era a causa de ese hablar pausado que le daba a la pregunta un tono sexual.
—Eh… no.
—Qué pena.
Rehvenge encogió los hombros para quitarse la chaqueta, y, con un indolente movimiento de la mano, la tiró sobre el abrigo de marta que estaba cuidadosamente tendido sobre una silla. Siempre llevaba un abrigo como ese con él sin importar la estación. Normalmente los llevaba puestos, pero no siempre.Valían más que la casa que Ehlena alquilaba. Cada uno.Sus largos dedos fueron hacia el gemelo de diamante de la muñeca derecha.
—¿Por favor, puede ser del otro lado? —Señaló con la cabeza la pared contra la que habría tenido que apretarse—. Hay más espacio para mí a tu izquierda.
Él dudó, luego se dirigió hacia la manga contraria. Enrollándose la seda negra hasta más arriba del codo sobre su grueso bíceps, mantuvo el brazo doblado hacia adentro.Ehlena agarró el tensiómetro de un cajón y lo abrió mientras se aproximaba a él. Tocarle siempre era toda una experiencia, y se frotó la mano contra la cadera para prepararse.Cuando tomó la muñeca masculina, la corriente que le lamió el brazo fue a aterrizar directamente en su corazón, haciéndole pensar en ese café que se acababa de tomar. Era como si el macho llevara una carga eléctrica en el cuerpo, y teniendo en cuenta que aquellos ojos suyos por sí solos eran motivo suficiente para distraerla totalmente, la rutina de la tensión eléctrica no ayudaba.
Maldita sea, dónde estaba su indiferencia usual… Incluso con él, ella era normalmente capaz de mantenerse en su sitio y hacer su trabajo
Poniéndose a sí misma en modo profesional, puso el brazo de él en posición, levantó el manguito del tensiómetro y…
—Buen… Señor.
Las venas que corrían por la curva de su codo estaban diezmadas por el exceso de uso, hinchadas, negras y azules, tan desgarradas como si hubiera estado usando clavos, y no diminutas agujas, en sí mismo.
Sus ojos se dispararon a los de él.
—Debes tener mucho dolor.
—No me molesta.
Un tipo duro. ¿Cómo es que no le sorprendía?
—Bueno, puedo entender el motivo de tu consulta esta noche.
—Suavemente tocó con la punta del dedo la línea roja que le recorría el brazo hacia arriba en dirección a su corazón—.Hay signos de infección.
—Estaré bien.
Todo lo que ella pudo hacer fue enarcar las cejas. Dado lo calmado que estaba, era evidente que no tenía ni idea de las implicaciones de la sepsis.
La muerte no se vería bien en él, pensó por ninguna razón en particular.
Ehlena sacudió la cabeza.
—Tomaremos la lectura en el otro brazo. Y voy a tener que pedirte que te quites la camisa. El doctor querrá ver lo lejos que ha llegado la infección en tu brazo.
Su boca se elevó formando una sonrisa mientras extendía la mano hacia el primer botón.
—Será un placer.
Ehlena apartó la vista rápidamente.
—No soy tímido —dijo con esa voz grave suya—. Si lo deseas puedes mirar.
—No, gracias.
—Que pena. —En un tono más enigmático, añadió—: no me importaría que miraras.
Cuando el sonido de la seda moviéndose contra la piel se elevó desde la camilla, Ehlena se ocupó superfluamente de la historia médica, volviendo a comprobar cosas que estaban absolutamente correctas.
Por lo que había oído, él no hacía estas cosas con las otras enfermeras. Apenas hablaba con sus colegas, y eso formaba parte de los motivos por los que se ponían nerviosas cuando estaban a su alrededor. No obstante ¿con ella? Hablaba demasiado y siempre sobre cosas que la hacían tener… pensamientos muy poco profesionales.
—Estoy listo —dijo.
Ehlena se giró y mantuvo los ojos fijos en la pared cerca de la cabeza de Rehv. Su pecho era magnífico, de un cálido marrón dorado, tenía los músculos definidos a pesar de que su cuerpo estaba relajado. Cada uno de sus pectorales tenía una estrella roja de cinco puntas tatuada, y sabía que tenía más tinta en su cuerpo. Porque había habido una par de ocasiones en que había mirado.
Mirado fijamente más bien.
—¿Vas a examinarme el brazo? —dijo suavemente.
—No, eso lo hace el doctor. —Esperó que volviera a decir «una pena».
—Creo que he usado esa palabra suficientes veces en tu presencia —murmuró secamente.
Ahora volvió los ojos hacia los de él. Era del tipo extraño de vampiro que podía leer la mente de los de su propia especie, pero de alguna manera no le sorprendió que fuera integrante de ese pequeño grupo.
—No seas grosero —dijo.
—Lo siento.
—Pero no era así, dado el modo en que su labio se curvó en una de las comisuras.
Dios, sus colmillos eran afilados. Bonitos y blancos, también.
Ehlena deslizó el manguito alrededor de su bíceps, se puso el estetoscopio en las orejas, y le tomó la tensión, el pequeño piff-piff-piff de la bomba seguido de un largo y lento siseo.
El paciente la estaba mirando fijamente. Siempre la miraba fijamente.
Ehlena se apartó un paso.
—No debes temerme —susurró él.
—No lo hago.
—Mentirosa.
Ésta era la enfermera que le gustaba, la que Rehv esperaba hallar cada vez que acudía allí. No sabía su nombre, así que en su mente la llamaba luhls porque era encantadora en todo aspecto, seria, bonita e inteligente.
Con una buena cantidad de «jódete» emanando de ella. Y qué sensual era eso.En respuesta a su «mentirosa», sus ojos color caramelo se entrecerraron y abrió la boca como si fuera a morderle. Pero entonces se controló, y recobró su apariencia profesional.
Una pena, de hecho.
—Ciento sesenta y ocho sobre noventa y cinco. Es alta.—Abrió el manguito con un rápido tirón, sin duda deseando que fuera una tira de su carne—. Creo que tu cuerpo esta tratando de combatir la infección de tu brazo.
Oh, ciertamente su cuerpo estaba luchando contra algo… pero no tenía una mierda que ver con lo que fuera que estaba ocurriendo en las zonas dónde se inyectaba. Con su lado sympath venciendo a la dopamina, el estado de impotencia en el que normalmente se hallaba había sido eliminado del partido.
Dentro de los pantalones, su polla estaba dura como un bate.
Mierda, tal vez habría sido mejor tener a otra enfermera. Ya era bastante difícil estar con ella cuando estaba en estado «normal».
Esta noche su estado era cualquier cosa menos normal.

miércoles, 1 de abril de 2009

Amante Vengado





En las sombras de la noche en Caldwell, Nueva York, se libra una guerra letal entre los vampiros y sus asesinos. Pero también existe una Hermandad secreta que no se puede comparar a ninguna otra que haya existido. Ahora, mientras los guerreros vampiros defienden a su raza de aquellos que quieren exterminarlos, la lealtad de un hombre hacia la Hermandad será puesta a prueba —y su peligrosa naturaleza será revelada...

Esperando su publicación...

Rehvenge siempre ha mantenido las distancias con la Hermandad, aunque su hermana está casada con uno de sus miembros, pues guarda un letal secreto que podría hacer de él un gran lastre en su guerra contra los restrictores. Y mientras las conspiraciones dentro y fuera de la Hermandad amenazan con revelar la verdad sobre Rehvenge, él se acercará a la única luz que ilumina su mundo de oscuridad y que trata de sostenerlo, Ehlena, una vampiro que nunca ha conocido la corrupción y traición... y la única persona que puede salvarlo de la destrucción eterna.

Ya salio a la venta en E.U. - Rehvenge viene por ti

Guia de la Hermandad de la Daga Negra




J.R Ward, la autora que encabeza la lista de libros más vendidos del New York Times, nos ofrece en esta ocasión una guía en la que aparecen aquellas escenas "entre bastidores" que no querrás perderte sobre la fabulosa serie de la Hermandad de la Daga Negra —y un relato corto, completamente inédito y nunca antes publicado, que tiene como protagonistas a Zsadist y Bella.

Prepárate para entrar en el oscuro y ardiente mundo de la Hermandad de la Daga Negra y conoce mucho más de cerca a cada uno de los diferentes Hermanos...

Amante Consagrado



En las sombras de la noche en Caldwell, Nueva York, se libra una guerra letal entre los vampiros y sus asesinos. Pero también existe una Hermandad secreta que no se puede comparar a ninguna otra que haya existido —seis guerreros vampiros, protegiendo a su raza. Ahora, uno de los gemelos debe escoger entre dos vidas...


Amante Liberado



En las sombras de la noche en Caldwell, Nueva York, se libra una guerra letal entre los vampiros y sus asesinos. Pero también existe una Hermandad secreta que no se puede comparar a ninguna otra que haya existido —seis guerreros vampiros, protegiendo a su raza. Ahora, el helado corazón de un astuto depredador será entibiado....

Amante Confeso



En las sombras de la noche en Caldwell, Nueva York, se libra una guerra letal entre los vampiros y sus asesinos. Pero también existe una Hermandad secreta que no se puede comparar a ninguna otra que haya existido —seis guerreros vampiros, protegiendo a su raza. Ahora, un aliado de la Hermandad se enfrentará al desafío de su vida y al mal de todos los tiempos.


Amante Despierto



En las sombras de la noche en Caldwell, Nueva York, se libra una guerra letal entre los vampiros y sus asesinos. Pero también existe una Hermandad secreta que no se puede comparar a ninguna otra que haya existido —seis guerreros vampiros, protegiendo a su raza. De todos ellos, Zsadist es el miembro más atemorizante de la Hermandad de la Daga Negra.


Amante Eterno



En las sombras de la noche en Caldwell, Nueva York, se libra una guerra letal entre los vampiros y sus asesinos. Pero también existe una Hermandad secreta que no se puede comparar a ninguna otra que haya existido —seis guerreros vampiros, protegiendo a su raza. Poseído por una mortífera bestia, Rhage es el miembro más peligroso de la Hermandad de la Daga Negra.

Amante Oscuro




En las sombras de la noche en Caldwell, Nueva York, se libra una guerra letal entre los vampiros y sus asesinos. Pero también existe una Hermandad secreta que no se puede comparar a ninguna otra que haya existido —seis guerreros vampiros, protegiendo a su raza. De todos ellos, ninguno disfruta tanto matando a sus enemigos como Wrath, el líder de la Hermandad de la Daga Negra.

 

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